Compañeros de sueños
El autor de este extraño libro mantiene una especie de flirt con el misticismo: pero un misticismo de una clase inferior y fácil. No el misticismo exigente, serio y original de Kafka, sino más bien el lúdico, hedonista y mundano de Meyrink, privado del poderoso tronco de la experiencia interior, y como de segunda mano, marcado por la arbitrariedad de un gusto caprichoso e inconsecuente. Pero mientras que en Meyrink permanece un cierto fondo filosófico, Leonhard Frank se complace en un vago borrador de ideas irracionales, dudosa mezcolanza de freudismo, de psiquiatría y mística platónica. |