Schulz

bruno schulz

opera omnia

inicio cronología obras e-books gráfica pasión schulz maldoror


Todo Bruno Schulz
en español


El Libro
idólatra


Las tiendas de
canela fina


El sanatorio de
la clepsidra


La república
de los sueños


Ensayos críticos

Correspondencia



Dibujando emociones


En el caso de Schulz, igual que ocurre con la mayoría de los escritores que se dedican al mismo tiempo a dibujar, observamos una profunda división entre esos dos ámbitos creativos: el dibujo muestra un campo emocional distinto al de la prosa, es sensual de otra manera, llega más directamente al terreno erótico, con más precisión que las descripciones literarias cumple los sueños secretos del artista. Y no hay duda alguna de que la misma mano lleva pluma y lápiz, y, seguramente, sin los dibujos sería mucho más difícil llegar a las profundidades de la imaginación de Schulz.[...]


En la actualidad sólo se conservan unos cuantos dibujos de Schulz de la época de su temprana juventud: estudios, fragmentos, retratos de sus familiares. Con el tiempo los trabajos irían aumentando y agrupándose en varios campos temáticos. Se pueden catalogar como autorretratos y retratos de sus familiares y amigos; escenas de color local sobre la vida de los judíos de Drohobycz; ilustraciones para sus propios libros; dibujos que muestran a mujeres desnudas, en poses provocativas, a veces de paseo o en calesa; dibujos de hombres en poses masoquistas, agachados a los pies de mujeres; los exlibris, viñetas y otros trabajos ocasionales, y pinturas al óleo. De las últimas se salvaron tan sólo tres; la más interesante –conocida con el título “Spotkanie” (El encuentro)– muestra a un joven hasidín y a dos muchachas que pasan a su lado, y al fondo aparece una panorámica de la ciudad; otras dos pinturas son retratos hechos por encargo.


Schulz, a principios de los años veinte y gracias a la venta de sus pinturas pudo –aunque malamente– ganarse la vida, sobre todo mientras no logró acceder a la enseñanza como profesor de dibujo. De los retratos pintados por encargo en esa época –de lo que se sabe– ninguno se salvó. Schulz intentó, también, ganar algún dinero vendiendo las carpetas de su obra gráfica Xięga bałwochwalcza (El Libro Idólatra). Esos grabados –uno de los más extraordinarios trabajos plásticos de Schulz– muestran, en su mayoría, figuras de jóvenes y altivas mujeres, a cuyos pies se agrupan, en pose obsequiosa y reverente, hombres deformados y empequeñecidos, a veces con cuerpos que revelan una mutación casi animalesca.[...]


Se han conservado bastantes autorretratos de Schulz, tan interesantes como diversos. Algunos muestran el rostro del autor, otros toda su figura, en situaciones y poses muy distintas: en la calle; sentado a una mesa en compañía de algunas mujeres; desnudo, arrodillado a los pies de una mujer; a veces, mitad hombre o mitad perro; vestido de hasidín; con su padre de paseo; en los dibujos que ilustran sus relatos y sobre todo en El Sanatorio de la Clepsidra. Quizá autorretratándose en las ilustraciones que debían acompañar a sus relatos, Schulz nos sugiere que él mismo es el protagonista de su literatura; por supuesto, no de una manera total en el sentido autobiográfico. Schulz entra al mundo de sus relatos acompañado de su ciudad natal y de otros “auténticos” protagonistas: de forma mitologizada, describiendo ese mundo “autentico” desde un punto de vista particular, presentando allí su retrato psicológico, tan “verosímil” como lo plasmó Witold Gombrowicz haciendo de protagonista en sus obras Transatlántico, Pornografía o Cosmos. En los dibujos hay mucho de su aspecto físico, con determinado cuerpo, postura o rasgos de la cara.


En los retratos dibujados por el pintor aparecen personas auténticas: el padre, la madre, los hijos de su hermano y de su hermana, Józefina, amigos, y raramente alguien alejado de su entorno, como Emil Zygadłowicz. En ocasiones esos retratos son muy clásicos; otras, los personajes se muestran en situaciones realistas o fantásticas, y, también, muchas veces –como ya hemos dicho– tienen un carácter erótico. Hay muchos personajes fantásticos, como los protagonistas del Libro Idólatra, y los hay dibujados de forma más realista, como los judíos ortodoxos reunidos y aplicados a sus ritos. Al fondo de los cuadros se encuentra la ciudad, no de manera realista con sus correspondientes calles y casas, sino mostrando un determinado tipo de arquitectura y de paisajes que se asocian con Drohobycz –aunque no directamente, pues no son realistas– por su atmósfera en general, por sus contornos y juego de luces.[...]


En los dibujos de Schulz, en los que se aprecia la buena factura de la escuela tradicional, el autor nos da pruebas de que durante su estancia en Viena tuvo que pasar mucho tiempo en los excelentes museos y salones de grabado. El estilo secesionista de Gustav Klimt u Otto Wagner no influyó mucho en sus trabajos, pero hay rasgos evidentes que parecen indicar que Schulz absorbió las experiencias cubistas o tal vez la variante polaca de los formistas, sobre todo allí, donde intentó deformar figuras y geometrizarlas. Quizá se acercó más a los formistas. También se percibe la influencia del expresionismo cinematográfico en la imaginación de Schulz. Siendo amante del cine, sin duda tuvo que conocerlo bien. El escenario en el que sitúa a sus figuras, el punto de vista y la luz, revelan una influencia de la escenografía de películas clásicas del expresionismo alemán.


En un artículo publicado en el año 1930 en Suecia, en la revista judía “Judisk Tidskrift”, Debora Vogel –amiga de Schulz– decía de la obra gráfica del artista:


“Bruno Schulz, grabador y dibujante judío, es de esos artistas que –en algún sentido– se mantienen fuera de las corrientes temporales del arte, se ocupa más bien de un elemento siempre actual en la pintura: lo grotesco. Lo grotesco nunca envejece, siempre es actual, igual que los simples elementos que componen lo trágico y lo cómico de las cosas. Lo grotesco mantiene en equilibrio esas dos caras de la vida; muestra lo trágico que hay en la cómica insustanciabilidad de las cosas.

Desde el lado de la forma lo grotesco –escrito, dibujado o bailado– revela una especie de deformación del mundo que nos rodea, al que ya nos hemos acostumbrado. Subraya los rasgos característicos de las cosas, que se nos muestran demasiado llamativas en comparación con su tenue fondo. Al mismo grupo de artistas pertenecen Goya, El Bosco, Rops, y de los actuales y aún vivos : Schulz, Dix y Grosz.

Schulz utiliza la imperfección y la enfermedad, rasgos que se perciben deformes ya tal como son. La fealdad en sus cuadros se concentra en el cuerpo masculino. En los dibujos se presentan fisonomías parecidas a las de los monos o perros, con los ojos hundidos, las proporciones del cuerpo alteradas y cambiadas, empequeñecidas o estrechas y planas hasta hacerse traslúcidas.

A veces da más importancia a la parte cómica del monstruo y entonces lo grotesco se aproxima al género artístico de la caricatura.

Lo cómico de esos monstruos está subrayado aún más por el contraste con el que presenta los cuerpos femeninos. Los cuerpos masculinos, máscaras deformes, sirven de fondo para resaltar la belleza femenina. La misma podemos percibirla a veces como flor, que se extraña de su encanto repentino; y otras, como mujer demoníaca, que muestra su belleza sugestiva y tentadora. Quizá ese contraste sólo sea un motivo literario del valor técnico y formal de esas composiciones.”[...]


Schulz es, sobre todo, un pintor de emociones, de estados de alma, de valores interiores, lo que contrasta con el superficial tratamiento que da a hombres y cosas. Pinta el secreto metafísico. Ese secreto reside en las profundidades de algunas personas que le intrigan, en el fondo de algunos paisajes y hechos, y, sobre todo, en el enorme tema del erotismo y el sexo. De ahí provienen algunos de esos temas recurrentes, esas escenas obsesivamente dibujadas, a veces deprisa, sin precisión –como si el artista intentara, siempre de nuevo, con empeño, alcanzar algo que no se deja alcanzar– y ese núcleo no se revela cincelando la forma del dibujo, sino en su esbozo general, en la emoción que acompaña al mismo proceso de creación.[...]

[Jerzy Jarzębski; Schulz, Maldoror ediciones, Vigo 2003, 139 p.
Traducción: Jorge Segovia y Violetta Beck]



Gráfica seleccionada:

—Autorretratos

—Desnudos

—Escenas de color local

Ilustraciones para Las Tiendas de Canela Fina

—Ilustraciones para El Sanatorio de la Clepsidra


  • maldoror
  • autores
  • títulos
  • enlaces
  • novedades
  • vanguardias
  • e-books
  • © Copyright 2008-2014 -MALDOROR ediciones