Tres novelas traducidas
Una joven “de buena familia”, Regina Aas, se encuentra por un lance del destino en el asilo para jóvenes-madres de Christiania. Su amante la ha abandonado, carece de medios para pagar los gastos del hospital y está al borde de la desesperación. No le queda entonces más remedio que ceder el bebé a un matrimonio rico pero sin hijos. Los padres adoptivos, que temen las futuras pretensiones de la verdadera madre, ocultan su nombre y Regina recibe la oferta de un empleo como doméstica en casa de un rico industrial de provincias.
Desde entonces está obligada a vivir en una región puritana, en medio de mentiras y subterfugios incesantes. Sus padres ni nadie en su familia deben tener la menor sospecha de lo que le ha ocurrido, pues su anciano padre moriría, y ella arrastraría la maldición sobre sus espaldas. Al principio, el encubrimiento del secreto absorbe toda su energía y la aparta de la herida, todavía insignificante, que se le ha infligido. Pero cuando, hostigada, encuentra refugio en la casa de Platen y poco a poco vuelve en sí, toma conciencia de que no podrá consolarse de haber sido separada de su hijo. Rechaza la proposición de matrimonio que le ha hecho el honesto Platen, y parte tras las huellas del hijo perdido. *
Julia Van Asveld, autora muy conocida, vive desde hace veinte años un matrimonio mediocremente feliz con un marido que la adora pero que, absorbido por sus negocios y poco romántico por naturaleza, se despreocupa de su vida sentimental. Julia encuentra en su trabajo literario una compensación a las excesivas pretensiones de su alma, pero la laxitud de las costumbres que impera en el centro de terapia moderna, psicoanalítica, del doctor Schlegel, al que ella acude para calmar sus nervios, contagia a esta mujer razonable –como a las demás– cuando aparece en su vida un encantador bribón –Peter Bregman– a quien ninguna verdadera mujer se podría resistir. Julia revive la primavera de su juventud, y renuncia de buena gana a sus ideales de crispada intelectual.
Este Peter Bregman, especie de don Juan muy bien retratado, es el personaje que le da valor al libro, por lo demás bastante convencional. Dotado de un pequeño talento poético, y mimado por las mujeres, se considera como víctima del destino y de su matrimonio con la conmovedora y valerosa Friedel, que sabe sacrificarse, y a la que él no deja de volver después de cada nueva aventura. La autora muestra el heroísmo de esa mujer, siempre engañada, siempre paciente, esperando el intermedio benéfico entre cada uno de los amoríos sucesivos. *
Ésta es una novela fabricada en frío, sin talento ni ninguna necesidad, sin ninguna reflexión sobre las consecuencias de sus propios principios de composición. Nos sorprende que esta clase de libro sea recibido sin objeción y consumido con total inocencia por el lector medio. Qué primarios y poco escrupulosos deben ser los espíritus que se satisfacen con esas mentiras indignantes y toman en serio esos personajes de papier mâché. La psicología que los anima no está hecha de papel, sino de estopa y de paja: residuos de una literatura de tercera clase. El indigente autor no puede llenar con una carne real las situaciones que imagina; le falta precisamente lo que hace el escritor verdadero: la capacidad de dar vida a un esquema vacante; es por lo que rellena sus personajes con todo lo que encuentra, movimientos y gestos que se supone imitan lo vivo, y que en realidad nos irritan por su carácter ficticio y su falta de continuidad, nos hacen perder nuestra calma y dan risa o lástima.
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