A las puertas del Belvedere
Los grandes hechos de la historia, sus acontecimientos y sus actos, ocurren en un silencio –podríamos decir que histórico– anterior a la palabra, o de más allá de la palabra. El gran momento de la acción, el relámpago de fuerza y voluntad que traspasa el cuerpo de la nación (todo lo que hoy nombramos con el nombre de Piłsudski) está, en su inarticulada actualidad, en su mismo movimiento, privado de palabra, completamente sumido en la vida elemental, en el impulso vegetativo. Entonces la palabra preexistente, el verbo de la poesía romántica, desacreditado, intimidado, cien veces distanciado de lo real, se oxida y desvanece como aspirado por su propio vacío. La revolución espiritual que señalaba el renacimiento de una nación se acompañaba de una atmósfera de desprecio de la palabra opuesta a las solemnidades del verbo, al romanticismo y el intelectualismo. |