EL EXPRESIONISMO LITERARIO

Pablo D'Ors

Reseña aparecida en “Blanco y Negro Cultural”, diario ABC nº 678 (20 de enero 2005)

No son pocos los escritores que podrían ser calificados de expresionistas. Destaco al inefable Hermann Broch (1886-1951), cuya espléndida Autobiografía psíquica sigue siendo muy desconocida; Jakob Wassermann (1873-1934), muy popular en su tiempo y ahora bastante orillado; Alfred Döblin (1878-1957), encumbrado por su Berlín Alexanderplatz; Robert Musil (1880-1950), inventor de Cacania y de la Acción paralela; Hermann Hesse (1877-1962), cuya Fundación en Valencia ha quedado perdida en la noche de los tiempos; Kart Kraus (1874-1936), fundador de la revista Die Fackel; Franz Kafka (1883-1924), perfecto arquetipo del escritor, al menos según los cánones actuales; y, por supuesto, Alfred Kubin (1877-1959), a quien hay que situar en esta larga lista para comprenderlo y degustarlo en su justa medida.

Alfred Kubin es, sobre todo, un ilustrador, amigo de Franz Marc, Paul Klee y otros tantos pintores de El Jinete Azul, a quienes se une en 1912. En su época fue conocido por las monstruosas criaturas que poblaban su universo fantástico y que dejaron muy desconcertado a su público. Por su fuerte carga simbólica y visionaria, no puede extrañar que ilustrase las narraciones de Poe y los cuentos de Kafka. Tampoco que Kandinski le mencionase como a uno de los grandes profetas del ocaso en su De lo espiritual en el arte. Como la mayoría de los intelectuales austriacos de su tiempo, Kubin se rebela contra el naturalismo de los impresionistas y critica la falsa moral de la sociedad, en su caso en clave más metafísica.

Muy influido por Goethe, Schopenhauer y Nietzsche (¿qué alemán de aquella época no lo estaba?), Kubin encuentra en la literatura un modo paralelo de expresarse, igualmente eficaz e intenso. Su novela fantástica Die andere Seite (traducida como La otra parte o Al otro lado), editada en Munich en 1909, fortalece su carrera de pintor y le otorga un desahogo económico y una popularidad con que no había soñado. Desde entonces publicó algunos ensayos de critica de arte, una autobiografía y numerosos relatos, que es lo que recoge esta edición.

esplendor y pulcritud

Todo el volumen llama la atención por el esplendor y pulcritud de su prosa, eso es lo primero. La autobiografía, titulada «Demonios y fantasmas de la noche», deja ver una personalidad convulsa, oscilante entre el orgullo y la humildad. Por una parte, al autor le bastan pocas páginas para ventilar su vida: sabe centrarse en lo esencial, en su evolución artística, muy pareja a la psíquica y sentimental por la otra, con el espíritu minucioso del coleccionista, da pormenorizada y casi candorosa cuenta de sus trabajos como ilustrador. Quizá mejor que Mí vida de Kokoschka y que Mi vida de Marc Chagall (curiosamente las dos autobiografías con el mismo título), ésta refleja los demonios que acechan a un pintor, su descomunal capacidad de trabajo y las crisis existenciales que comportó su vocación.

En cuanto a los cuentos -con espléndidas ilustraciones del propio autor-, resulta difícil elegir entre «Rito de paso» (historia de un calígrafo que ve en él hierro de su espada la imagen de un moribundo), «La caza del vampiro» (que narra magistralmente el poder de la alucinación), «Dos inglesas» (el más cómico), «El intruso» (el relato de un terrible malentendido) o «La bruja del Moos» (el misterio de una ermitaña, sin duda mi preferido).En todos ellos -excelentes ejemplos del género parabólico- se dice mucho más de lo que se cuenta. El gabinete de curiosidades, fallido título de la colección, muestra el inquietante mundo de Kubin, donde todo está vivo y nada es lo que parece.

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Alfred Kubin (1877—1959)

Kubin El gabinete de curiosidades Autobiografia


SOBRE LA RAZÓN FANTÁSTICA
Antonio Ortega
Reseña aparecida en la revista
“EL CRÍTICO” de La Escuela de Letras de Madrid (marzo, 2005) ver más




MALDOROR ediciones ha publicado de A.Kubin:

Kubin Historias burlescas y grotescas

Kubin El trabajo del dibujante